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lunes, 31 de octubre de 2011

El personaje y la trama (¿en qué orden?)

Siempre me atrajo la idea de que el escritor es el dios de la historia que escribe. En esta suerte de Olimpo Literario conviven los dioses del personaje y los dioses de la trama; los dioses de la metáfora y los dioses de la crónica. Cada cual tiene su poder y, por lo general, buscará ejercerlo.

Ian Fleming (foto) fue un dios del personaje. Dio a luz a James Bond y, partir de allí, el agente secreto siempre se dedicó más o menos a los mismos empeños.

Mary Shelley concibió a Frankenstein, y de allí en más el personaje se paseó por cuanta historia uno pudiera imaginarse.

Robin Hood, Sherlock Holmes, Indiana Jones y, por supuesto, cuanto héroe de historieta exista.

Personajes prefabricados en la mente del escritor, a los que luego se les añadió una historia con su respectiva trama. El personaje "forjando" a la trama.

En el equinoccio, están los dioses de la trama. En sus historias, los personajes afectan y se ven afectados por las acciones propias y ajenas. Pueden ser más o menos vulnerables, más fuertes o más débiles, leales, ambiguos o indescifrables. Pero siempre, siempre son producto de lo que les sucede. Pueden cambiar, pueden fallar, nunca se termina de conocerlos.
Podría citar centenares. Sin embargo, apenas me quedaré con mi personaje emblema: Dorian Grey.

Oscar Wilde (foto) creó un personaje dentro de otro personaje. Porque la trama de El retrato de Dorian Grey es, a mi entender, y de por sí, un personaje. Es un personaje que incide en todo a su alrededor. Manipulando al protagonista de manera exquisita mientras su carácter tímido y apocado se transforma en un carácter vanidoso, indolente y destructivo. La trama "forjó" al personaje.

El nudo de la cuestión, creo, se centra en la respuesta a esta pregunta: ¿todas las fronteras serán atravesadas por nuestro personaje o por nuestra historia? Según podamos respondernos, sabremos en qué sector del Olimpo Literario acomodarnos más plácidamente.

S.R.B.C.

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