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martes, 26 de marzo de 2013

La poesía como verdad de patas cortas


La poesía como verdad de patas cortas

Eso es porque la poesía es verdad por definición. Es el burbujeo de energía guardado en los rincones más esenciales del ser y que, justamente por su autenticidad, su carácter irrefutable, resulta como la verdad misma: subjetiva, sin doble discurso, intransferible.



Esta entrada surge a causa de un episodio en el cual una persona allegada, dada determinada situación, me dijo que no vería con malos ojos que le escribiera un poema. Y me detuve a pensar; un poema no admite medias tintas, no permite restricción de sentimientos. Si hubiera tales restricciones, tal como he titulado esta entrada, entonces tendríamos una verdad de patas cortas. Lo que no escribiera en el hipotético poema, casi con seguridad sería "rellenado" por el destinatario, quien completaría lo que no se dijo a través de su propia subjetividad, y del hecho que, escribir un poema a alguien, es realizar una confesión sin dudas. Es, por tanto, cuando esta pregunta aparece: ¿por qué confesar algo que no debería de ser una confesión, sino un liso y llano traspaso de información? La respuesta es: porque una confesión es, precisamente, mucho más que el traspaso de información. Es el develarse a sí mismo, el desnudarse, el quitarse las palabras complicadas que podrían decir poco, para ponerse palabras simples que lo dijeran todo.

Nunca, hasta hoy, había descubierto (por más que lo hubiese escuchado) que la poesía es Verdad, y que la Verdad es poesía. 

S.R.B.C. 

martes, 5 de marzo de 2013

Ejemplo de texto corregido en FASE 1


REFERENCIAS

Tachado: texto original erróneo. (El tachado de la coma aparece por sobre el signo.)

Subrayado: corrección/agregado: letra, palabra, construcción, acento, signo. (El agregado de la coma aparece como tachando el signo por su parte inferior.)

Herramienta: "Control de cambios", Microsoft Word 2010 adaptado al formato de texto de blogger. Comentarios al margen no incluidos. 

TEXTO

A las once de la mañana desperté entre sábanas embrolladas y con retorcijones en el vientre, provocados por el hambrela falta de alimentos. Sofía aúun dormía. Cuando finalmente  al fin logré despabilarme, en silencio, para no despertarla, renové mi humanidad, con un prolongado baño. Luego, me afeité, me vestí y partí hacia el vestíbulo del edificio a encargarme del papeleo de la renta.

Alfonso se encontraba escuchando la radio, sentado en un taburete,y fumando un cigarrillo. Como yo no hablaba catalán me dirigí en español al portero hablé al portero en españolsolicitándole ver el contrato de arrendamiento;.aA juzgar por la expresión de su rostro, se me ocurrió probar en francés, la lengua el idioma de la emisora que escuchaba estaba escuchando. Lo Hhablaba bien ese idioma y pareció querer ejercitarlo conmigo:

—Habla un buen francés, Alfonso., ¿Hha vivido en Francia?—Ppregunté, a modo de cortesía.

—Al finalizar la Guerra civil, mis padres y yo tuvimos que emigrar a Perpiñáón. Allí pasé toda mi niñez y parte de mi juventud. Cuando ellos fallecieron, regresé.

—Y con razón. Este es un pueblo muy bonito.

—¿Creerá usted si le digo que aúun hoy Cadequeés conserva la fisonomía de cuaándo yo era tan sólo un chiquillo? ÉEso sí, no vaya a pensar que fue por mera casualidad. Debimos librar duras batallas para que el pueblo lograra mantener su identidad la identidad del pueblo fuera conservada. Esas endiabladas corporaciones sin dueño ni Ppatria siempre han codiciado construir sus hoteles de lujo en la bahiabahía, pero se los hemos prohibido, aunque no dejan de presionar y recurrir a todo tipo de artimañas para intentar lograr su cometido propósito.

Amigo mío, temo que ustedes están en medio de una batalla mucho más grande de lo que suponen,—contesté, asumiendo el papel tutelar de defensor del capital internacional un supuesto patrimonio cultural internacional. Según lo veo yo, mientras más resistaen, más se elevará el precio de la tierra más se elevará. Cuando los valores sean tan altos, que el precio de una casa alcance para comprar toda una vida sin preocupaciones en la ciudad, serán ustedes quienes golpeen las puertas del Mmunicipio para que el alcalde les permita vender sus propiedades. Créame,: la batalla que libran es contra ustedes mismos, contra su propia codicia.

No se supe si habría sido muy duro con el viejo o si, simplemente, lo dejé habría dejado pensando. Pero Sin embargo, tras mi repuesta, no habló más; solo apenas sí se dedicó a juguetear con su cigarrillo, y yo a examinar  mientras yo examinaba el contrato.

Al rato apareció Sofía. Luego de besarme y regañarme porque no la desperté había despertado, comenzó una catalana charla con Alfonso. Ella hablaba el idioma con relativa fluidez, gracias a una materia optativa cursada  que había cursado durante el transcurso de su educación secundaria en el secundario. Yo, entretanto, firmaba los originales del contrato, sus copias y la versión con la traducción traducida. Cuando por fin abandonamos el edificio, Sofía, sin percatarse, cometió un acto de extrema locura;: se interpuso entre un animal hambriento y su presa. Dijo:

Alfonso me advirtió que los restaurantes preparan suslos almuerzos no antes de las 2 dos de la tarde y,sus las cenas, pasadas las 10 diez de la noche. Tenemos, por lo menos...—miró su reloj—,una hora para conocer algo del pueblo. Me gustaría comenzar con algunos museos, que están por aquí cerca.

Amor, no comemos nada desde hace 24  veinticuatro horas. Me convertiré en un caníbal, si no digiero algo pronto —Ddije, para hacerla entrar en razón.

Un momento después ingresábamos a un restaurante llamado Barbarroja;.eEl lugar se encontraba repleto de turistas, por cuanto  lo cual debimos esperar copra en mano en un patio de baldosas rojas y muros cubiertos con hiedras.

Quince minutos más tarde fuimos conducidos a una terraza escalonada con  que tenía una espléndida vista al mar. Nos instalamos en una mesa con sombrilla, ya que el sol a esa hora era intenso. Aceptamos el menú del día Ppara no restarle tiempo a nuestra recorrida inaugural por el pueblo aceptamos el menú del día. Un joven vino blanco vasco con un plato de pernill cortado en finas lonjas engañó nuestro apetito hasta el almuerzo. Luego una paella de pescado con arroz del delta del Ebro y ¡bon profit!, ya estábamos listos para comenzar a trepar las empinadas callejuelas.

En las horas que siguieron, recorrimos un sinnúmero de galerías de arte, tiendas artesanales y uno que otro anticuario.

Mientras yo me entregaba gustosamente al placer de fumar un puro, Sofía se sumergía con dedicaba pasión en el orbe pictórico que lae rodeaba. Ya a A punto de abandonar nuestra primera incursión turística por Cadaqueés, ella se detuvo frente a la vidriera de una lóbrega galería. Esquivando las manchas en el vidrio curioseó en su interior; acto seguido, ingresó en el lugar. Yo hice lo propio. Un timbre que activamos al abrir la puerta delató nuestra presencia. Pronto se acercó a nosotros un sujeto escuálido, alto como una columna de alumbrado y con bigote largo y desantendidodesatendido.

—Americanos, ¿verdad? —se apuró a decir—.lLas pinturas que están viendo son de mi sobrino. Será un gran pintor, algún día. Pero si giran sus cabezas a hacia esta otra pared, encontrarán unas muy buenas reproducciones de cuadros famosos, todas realizadas por un artista local de extraordinario talento; hay lienzos de Dalí, de Picasso...

—No estoy interesada en ellas,; soólo en las delsu sobrino —interrumpió Sofía.

Pero están a precios muy convenientes. Usted parece ser una entendida en la materia. Si se molesta en observarlas en con detenimiento, sabrá de lo que estoy hablando.

Sofía le lanzó una mirada ceñuda que logró intimidarlo.

No se hable más, entonces —asintió el galerista—. Iré al fondopor a buscar a Manuel. Esperen aquí, nome tardo tardaré.

Al rato apareció un joven de unos veinte años, de mirada escéptica, y actitud retraída. Sus manos, llenaos de pintura, sostenían el  un cigarrillo negro sin filtro.

—Dice mi tío que usted es americana y sabe de pintura.

—Soy de aquí, de Francia española, pero trabajo en Nueva York restaurando lienzos en el mMuseo Metropolitano de Arte. Mi nombre es Sofía. EÉl es Edward, mi novio.

—¿Y cree que llegaré a ser un pintor famoso?

Sofía sonrió.

—Bueno... eres joven aún para saberlo. ¿Estudias arte?

—Sí, en Barcelona. Permítame mostrarle las obras que he hecho desde que comencé mi estudio en la Academia.

El muchacho, con porte  actitud apáticao, fue hacia un mostrador y extrajo de él una cartera de cuero conteniendo  que contenía unos cuantos lienzos atados entre sí con un cordel. Cuando Sofía los tuvo en sus manos, comenzó a estudiarloas unoa a unoa ante la mirada ahora ansiosa de Manuel. En ese momento reapareció en escena el mercader de arte.

—¿Le comprará alguna pintura al muchacho?.

—Tal vez lo haga, pero hoy no. —Sofía cerró la carpeta y se dirigió a Manuel—. Veo que al haber adquirido un conocimiento más formal  académico comienzas  comenzaste a definir tu estilo. Aquí es doónde debes tener cuidado, porque eres joven y talentoso y corres peligro de cometer un error muy común en estos días. Observa a tu alrededor, a los artistas que gozan de cierto prestigio. Ellos pintan el presente apelando a la ironía para expresar su desencanto con  hacia la cultura que les toca vivir. De cierta manera está bien. ¿Pero no crees que ese desencanto debería impacientar eal artista pintor? ¿, despojarlo de comodidad, para lanzarlo a la aventura de hallar un quiebre vanguardista? Cada vez que te enfrenteas al lienzo, Manuel, debes preguntarte cuáal será el ritmo temporal y espacial de esta nueva cultura, teniendo siempre a en cuenta de que la ironía sin vanguardia se transforma en algo vaciío, la en indiferencia. ¿Acaso no querésquerrías ir más allá?,¿no ansías pintar el punto crítico en el cual subyuga tanta tecnología y racionalismo?[U1] 

A pesar de que nos fuimos de la galería con las manos vacías, Sofía trajo llevó consigo la promesa de Manuel de acompañarnos a un pequeño crucero que vamos a comenzar tomaríamos al día siguiente, a bordo de un bellolindo yate. El muchacho, por su parte En cuanto al muchacho, no pudo vender su arte, pero
aunque tampoco se quedó  había quedado sin nada:.Obtuvo  había obtenido un buen consejo de Sofía, una mujer comprometida con su trabajo que veía a la pintura  el arte plástico como a algo más deque a un buen negocio.

Esa noche nos dormimos apenas terminada la cena. Debíamos levantarnos tempranoa y necesitábamos estar bien descansados para nuestra ansiada aventura por el litoral mediterráneo.

 [U1]Imposible encontrar o darle sentido al contenido de la pregunta. 

S.R.B.C. 

lunes, 4 de marzo de 2013

Tipos de escritores


Es simple comenzar por especificar que existen dos clases principales de escritores: aquellos que escriben de acuerdo a sus creencias, vivencias y visiones personales (los llamaremos: escritores+subetivos), y también existen aquellos que escriben basándose en doctrinas como la filosofía, la religión, la propia literatura: escritores+intelectuales.

Los escritores+subjetivos toman los temas de su percepción personal del mundo según, dicho está, los diversos factores que conforman la integridad de un individuo: creencia religiosa, postura política, ubicación personal en lo social, vivencias que decantaran en el presente creativo, etc. En otras palabras, estos escritores vuelcan partes de su vida en sus obras, aunque, por lo general, esto sea imposible de advertir a simple vista.

Por otro lado, los escritores+intelectuales se nutren del panteón de doctrinas que ordenan las diferentes civilizaciones humanas; de ellas extraen los temas que luego volcarán en sus historias, siempre hablando, por supuesto, de escritores de ficción, puesto que también podríamos referirnos a ensayistas, poetas y demás.

Desde luego, no se trata de absolutos, he ahí el porqué de mi denominación que incluye el signo "+". Hay en los escritores viscerales menor o mayor cuota de intelectualidad, así como existe, siempre, cierto grado subjetivo en los escritores intelectuales. Imposible que no lo hubiera si tenemos en cuenta que una objetividad absoluta implicaría algo no existente como lo es la no individualidad: la individualidad es un factor intrínseco a la naturaleza del ser humano.

Los escritores+subjetivos son los más. No podría nombrar un caso emblemático sin dejar a tantos otros fuera de mi lista. De mis preferidos: J.R.R. Tolkien, Ernesto Sabato, Julio Cortazar, Albert Camus, Anthony Burgess, Oscar Wilde, Ray Bradbury y George Orwell, entre muchos otros.


En cambio, enseguida me viene a la mente Jorge Luis Borges cuando pienso en escritores+intelectuales. Tanto así que de pocos autores he escuchado que se los tilde de "inhumanos". Esto ha ocurrido con Borges a causa de su tratado puramente intelectual, casi sin reminiscencias de lo que un corazón pudiera querer gritar a los vientos: no se oye el lamento ni la celebración ni se percibe un puño apretado ni demasiado tímido en lo que es la totalidad de su obra.

No obstante, como ya se ha dicho en el pasado, Borges no resulta inhumano a partir de la idea de que lo que diferencia al humano de la bestia es, precisamente, el intelecto. Personalmente, encuentro que existe un balance más "digerible" entre la víscera y el intelecto en los escritores+subjetivos. Ergo, poco digerible encuentro el desbalance que, a mi parecer, existe en la obra de Borges, quien se saca el corazón para que su mente pueda "latir".



En definitiva, nada es absoluto ni verdadero, y mucho menos, una preferencia. No pondré en discusión la genialidad del escritor argentino. Encontré interesante el asunto como para estamparlo en la presente entrada, sobre todo cuando pienso en los escritores que están buscando su rama en el árbol y que, cuando una les parece demasiado frágil, la otra quizás termine quebrándoseles por el propio peso y los vientos de las modas literarias.

S.R.B.C.