A lo largo de mis años como escritor, fueron incontables las ocasiones en que no supe cómo continuar un párrafo, un capítulo, un libro entero. De pronto todo se ve inservible. Ningún conector, ninguna descripción, ningún diálogo, exclamación, pregunta o suceso parece alcanzar para hacer de la que estamos escribiendo una obra, al menos, decente. ¿En verdad se han quemado todos los fusibles y han saltado todos los interruptores? ¿La oscuridad es absoluta o es que apenas hemos cerrado los ojos un minuto y creememos errar entre tinieblas eternas?
Un minuto bajo el agua puede convertirse en un verdadero infinito temporal. Tal vez semejante al que pueda crearse durante una mañana de bloqueo. La mejor manera de ahogarse es quedarse quieto; lo mismo ocurre con la escritura. La mejor manera de bloquearse es regodearse en el bloqueo.
Sea cual fuere el tipo de escrito en el que se esté trabajando, es importante dividir para dominar. Lo pasado, pisado, y si lo hecho hasta el momento no convence, más adelante se corregirá de alguna forma. Por lo pronto, a empezar de nuevo.
Y para empezar de nuevo (por supuesto, siguiendo la idea y el hilo), lo que me gusta denominar "reset". He aquí dos de mis métodos preferidos.


Desde luego, creo que para cada escritor debe existir un método. Aquel que no lo tenga, bien puede crearlo en base a otros existentes, o escarbar, hacer un poco de introspección, y hallar la herramienta con la que menos deba esforzarse para encender otra vez la maquinaria.
S.R.B.C.
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