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viernes, 18 de noviembre de 2011

Cómo crear un personaje

Aunque es un tema al que me hube aproximado en una entrada anterior, decidí volver sobre él. El personaje es tan importante como la historia, al punto que, no habiendo personajes, tampoco puede haber historia. Habrá quien alegue que sería posible ficcionalizar, por ejemplo, la historia de la evolución, el transcurso de un día, de una estación, las aventuras de un objeto inanimado, etcétera. No obstante, siempre terminaremos personificando. De lo contrario, estaríamos hablando de una descripción, no de una historia.

"Una buena novela nos cuenta la verdad sobre su héroe; una mala novela nos dice la verdad sobre su autor". Es una frase de Keith Chesterton que viene al caso. ¿Y qué significa? Significa que nuestros personajes tienen vida propia; significa que no son una extensión de nosotros mismos como autores. Entonces, si partimos de esta premisa, tendremos que sentirnos libres para crear esa suma de partes que hacen al todo de un ente: su psicología, su moral, su apariencia, su pasado tal vez, su ubicación en el mundo en que se lo ubique... Y, por qué no, su potencial ambigüedad.

Según he experimentado, hay dos formas de crear un personaje. Una de ellas es preconcebirlo antes de comenzar a escribir la historia misma. La otra, es ir armándolo a medida que transcurre la trama: lo vamos descubriendo según sus acciones.

El personaje preconcebido

En este caso, lo mejor es empezar por el principio. Ponerle un pasado y tratar de llegar al mínimo detalle. Cómo nació, cómo transcurrió su infancia, qué hechos lo marcaron para bien o para mal, cómo se conformaba su familia, su entorno socioeconómico, su estatus; en síntesis: cómo llegó a ser quien es, en el espacio temporal en que se desarrolle la historia. Así, las acciones del personaje responderán a las características prestablecidas del mismo, y la historia más se adaptaría a él, que él a la historia. De hecho, aunque demos forma a un personaje ambiguo por definición, la historia girará en torno a él de modo que su ambigüedad se manifieste.

El personaje por sus acciones

Aquí tendremos una pequeña base del personaje. Sin embargo, la historia, la trama es tan fuerte en sí misma, que el personaje girará en torno a ella, y actuará de manera imprevista, y será a través de sus acciones que su perfil se irá delineando.

Mi caso emblemático: Frodo y Sam

Quien haya leído El Señor de los Anillos sabrá mejor a qué me refiero. De todas formas, no es requisito exclusivo para comprender este apartado.

En esta obra maestra de J.R.R.Tolkien tendremos los dos ejemplos a primera vista. Un modelo de personaje por sus acciones, y un modelo de personaje preconcebido.

Samwise Gamyi es, a mi entender, modelo de personaje preconcebido. Sus características son muy marcadas y uno sabe en todo momento qué esperar de él: fortaleza espiritual y lealtad son sus principales características, y el lector nunca dudará que pueda llegar a fallar en una de ellas. Él "forja" su parte en la historia.

Frodo Bolsón, en cambio, es modelo de personaje por sus acciones. La historia lo "forja" a él, cae sobre él cuando hereda el Anillo que debe ser destruido para lograr el final feliz, en palabras simples. No sabemos quién es Frodo porque se ve obligado por la historia a llevar adelante la trama. Puede fallar, y falla. Su espíritu flaquea, su decisión siempre gana, pero, otra vez, obligado por las circunstancias, por la trama.

Si acaso un escritor cualquiera tomara estos personajes de Tolkien y decidiera escribir una historia independiente con ellos, Frodo podría ser "retocado" una y mil veces según la historia. Por el contrario, cualquier retoque que se le hiciera a Samwise, acabaría por quitar verosimilitud a la misma. Nadie imagina a un Sam traidor o ambiguo.


El personaje llevando en hombros a la trama.


S.R.B.C.

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